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En Venecia hay dos ejemplos notables de lo que se denomina “iglesias votivas”, es decir, construidas para pedir a Dios el cese de una epidemia, por decirlo de una forma sencilla, como fue el caso de las epidemias de peste en los siglos XVI y XVII que asolaron Europa.
Sin duda la más conocida es la Iglesia de La Salute, situada en Gran Canal, símbolo arquitectónico del skyline veneciano y perfectamente reconocible por su estructura octogonal y sus ocho cúpulas circundantes. Al contrario que en la mayoría de iglesias construidas anteriormente, cuya planta siempre era en forma de cruz, el arquitecto Baldasare Longhena se atrevió con una forma diferente que a la postre inmortalizaría el edificio como uno de los más importantes del Renacimiento, y que además pasó a ser una referencia artística también por su contexto, a la que ningún visitante de la ciudad podía abstenerse de admirar y contemplar. En el mundo del arte pictórico, desde su construcción hasta nuestros días, son incontables los ejemplos de inspiración que ha producido esta obra.
La otra iglesia votiva es Il Redentore, iglesia dedicada a Jesús el Nazareno para conmemorar el fin de la epidemia de peste en 1576. El diseño arquitectónico fue encargado a Andrea Palladio, sin duda el arquitecto más importante que tuvo Venecia a lo largo de su historia. Su ubicación en el Canal de la Giudeca no la hace tan visible al visitante como La Salute, pero no por ello tiene menos importancia, ya que está considerada como un ejemplo de perfección arquitectónica en muchos sentidos. Decía Goethe, el pensador y escritor alemán, que visitó Italia, y por supuesto Venecia, que la arquitectura palladiana tenía algo de divino. Y es cierto, ya que una vez dentro, independientemente de las creencias religiosas que se profesen o no, notas que algo se remueve dentro de ti, una catarsis contagiada por el silencio, por la luz imposible que Palladio consiguió a través de los contrafuertes superiores, y por la fortaleza de una estructura pensada únicamente para Dios, y si en verdad este ser supremo existe, no cabe duda de que se sentiría muy orgulloso de semejante homenaje arquitectónico en su honor.
La gran pregunta es: ¿acabar la Sagrada Familia supondría el fin del coronavirus? nunca se sabe…